c. Eddy Chinchón
Universidad
San Martín de Porres
Desde hace muchos años, los candidatos a
cargos políticos han empleado distintas formas de publicitar su campaña; ya sea
mediante canciones, afiches en las paredes, propagandas en las radios, volantes
al paso y donaciones que llevan sus nombres.
En el Perú, se han observado diversas ideas
que han sido puestas en práctica, tales como: pintas en los cerros, en las
paredes de las calles, en servicios de transporte público y hasta en
propiedades privadas, ofrecimientos de todo tipo e, incluso llegan a “comprar”
los votos con vívires. A partir de todo esto, surge la pregunta ¿es este
procedimiento legal? La respuesta es obvia, no es legal; sin embargo todas
estas estrategias políticas generan puestos de trabajo, en la mayoría de los
casos, a ciudadanos de escasos recursos. Ante esta situación, podemos afirmar
que mucha que incursiona en la política simplemente utiliza a las personas de
bajos recursos económicos con el fin de alcanzar su tan anhelado sueño: un
cargo público o político. Estos candidatos usan como fuente de inspiración la
célebre frase que se hiso conocida a partir de la obra el Príncipe de
Maquiavelo: “el fin justifica los medios”, pero esto se debe erradicar del país
respetando las normas legales.
Existen un gran número de candidatos a los
diversos cargos políticos del Perú, siendo fundamentalmente dos los más pugnados:
La presidencia de la república y la Alcaldía de Lima. Debido a que en cierto
modo nuestro país es aún centralizado, se concentra la mayor parte del poder en
la capital, es por eso que después de la presidencia de la república, el
segundo en mención vendría a ser el cargo más importante. Es así que muchas
veces postular a estos cargos no tiene como fin colaborar a la comunidad; si no
hay una intención descaradamente lucrativa y , sobre todo, de buscar un
provecho en los sectores en los que se
puede persuadir con facilidad, lo que causa desde varias generaciones atrás
mucha desconfianza por parte de los sufragantes, quienes ya no saben en quien
sembrar sus esperanzas para forjarse un futuro mejor.
Mariana Olcese, analista política, dice lo
siguiente: “En nuestro país, no sorprendería afirmar que los partidos políticos
son débiles y no se encuentran firmemente enraizados en la población”. Esto es
una clara muestra de que las cosas no marchan bien, porque esta desvinculación
se evidencia debido a que los candidatos juegan con la necesidad de la
población para alcanzar sus ambiciones personales y conseguir votos que les
conduzcan a cargos que les permitan no servir al pueblo sino servirse de él.
Un ejemplo de las peores o vergonzosas
campañas publicitadas basándose en la necesidad de las personas fue en el año
2007 en el que hubo un terremoto devastador de 7,9 grados en la ciudad de
Pisco, que dejó 35,000 damnificados. Por esos días, el caos imperaba soberana
debido a que no llegaba ayuda suficiente por parte del Gobierno, en medio de
todo el embrollo, unas llamativas y curiosas latas de atún etiquetadas con las
caras del presidente venezolano Hugo Chávez y del líder nacionalista, el actual
presidente del Perú, Ollanta Humala, se repartieron a las familias dañadas por el siniestro, se
verificó que, además de las fotos de Chávez y Humala, en las latas se podía
leer la frase: “Ante los saqueos, desesperación y caos. ¡Solidaridad! Con
nuestros compatriotas”. Este hecho despertó las críticas del entonces gobierno
del c. Alan García presidente del partido, quien salió a frenar los presuntos
aires populistas de sus opositores y sostuvo con firmeza: “No es el momento de
aprovecharse de las circunstancias para hacer propaganda electoral”.
Cabe preguntarnos, ¿hasta cuándo los
políticos van a utilizar a las personas como escalera para llegar sus
objetivos? Es importante que las personas sepan a quién van a elegir para que
las represente por un período de año; pues una mala decisión podría traer como
consecuencia que las personas sigan decepcionándose cada vez más de la política
nacional. Es momento de cambiar y no dejarnos llevar por primeras impresiones;
sino analizar objetivamente y a partir de ello decidir a quien respaldaremos
con nuestro voto. Así el día de mañana no nos arrepentiremos de una mala
elección.